El lodo de los días

Enfilando la razón como una espada
me abriste el corazón cuando me hablaste
la luz de mi ilusión quedó cegada
mi barco a la deriva, ya sin lastre.

Ni siquiera mi nombre, tu cabeza guardaba,
aunque mientras crecía, la espiral de mi anhelo,
sin pensar que era suelo, solo lo que pisaba,
cada noche subía, escalones al cielo.

Pero ahora todo está, atado y aclarado
sin atisbo a esperanza, ni pasaje al deseo,
racional y medido, sin llevarnos a engaño.

Mi Babel de ilusíon, triste se ha derrumbado,
ya no duermo en tus ojos, ni la luz de ellos veo,
y el lodo de los días, va enterrando peldaños.